Masaccio: Adán y Eva expulsados del Paraíso.

sábado, 31 de enero de 2015

LA HISTORIA DE ÁLAMO KID Y EL EXTRAÑO VIEJO



                                               (Ilustración de Silvia Flechoso)


Álamo Kid observó el riachuelo y una sonrisa de alivio cruzó su rostro, pudo divisar también un poco a lo lejos lo que parecía la entrada a la mina abandonada, todo tal cual venía en el mapa.
Estaba exhausto, al borde del colapso y la deshidratación después de la locura de las últimas 13 horas. La resaca golpeaba su mente y el balazo en el hombro le había dejado la mitad izquierda del cuerpo paralizada por el dolor.
Respiró hondo y reunió fuerzas. Bajó por la ladera a trompicones, tropezándose y levantando una enorme polvareda a su paso. Cuando llegó al río se dejó caer de rodillas, bebió un poco y se echó abundante agua sobre la cabeza. Luego apartó con cuidado el chaleco y la camisa e inspeccionó la herida. Tenía mala pinta, pero sobreviviría. La lavó como pudo gruñendo de dolor. Intentó filtrar un poco de agua para llenarse la petaca, mientras lo hacía recordaba lo ocurrido las últimas horas, una auténtica montaña rusa.
Se había abandonado por completo al destino, la banda del Tigrero llevaba tiempo buscándole por el rollo de las putas monedas, había estado burlándolos durante semanas, de pueblo en pueblo, pero cada vez estaban más cerca. Lo tenían prácticamente acorralado. Podía oler ya el apestoso aliento del Tigrero. Era cuestión de tiempo. Así que dejó de huir y simplemente hizo lo que mejor se le daba, se metió en la cantina a beber y esperar.
Allí fue donde conoció al extraño viejo. Parecía un viejo más que había acabado allí como casi la totalidad de los hombres, por culpa de su mujer. Se ve que no sabía beber, tan solo un trago de whisky le había hecho estar ya totalmente ebrio. Se aproximó a Álamo y comenzó a contarle su historia. El rollo de siempre, su mujer se había largado con los niños por culpa de sus extrañas aficiones, y ahora se sentía solo, abandonado. Álamo no estaba para aguantar a borrachines, pero como buen forajido prestaba atención a los detalles y había varios en el viejo que llamaron su atención. Primero su dentadura. Nunca había visto a nadie, en todo el puto oeste, con una dentadura tan perfecta. También reparó en que no se cortaba a la hora de pagar rondas. No había duda, allí había dinero, y quizás algo más, así que sorbió su copa e hizo compañía al viejo. Tras otro par de whiskys el viejo perdió totalmente la compostura y se lo contó todo. Era una historia completamente absurda, sin pies ni cabeza, pero Álamo escuchó atentamente. Conocía los desvaríos de los borrachos, pero esta historia estaba demasiado detallada y se ve que el viejo se la creía totalmente por la intensidad que ponía al contarla. Intentó sacarle toda la información útil a base de certeras preguntas que el viejo borracho contestaba sin pensar mientras corrían los tragos.
Llegado un punto el viejo se desplomó completamente ebrio. Era el momento que esperaba. Álamo se pidió otra, pagó lo que se debía, se la bebió de un trago y recogió al viejo del suelo. Se lo cargó al hombro y lo llevó hasta la dirección en la que le había dicho que vivía.
Una vez allí lo arrojó en un sofá e inspeccionó la casa. Todos esos extraños artilugios lo dejaron estupefacto y empezó a creer verdaderamente en la historia del viejo, empezó a ver una salida a todos sus problemas.
Buscó papel y lápiz, y apuntó con mano temblorosa todos los detalles que recordaba de la historia. No era suficiente, necesitaba más información. Continuó rebuscando por la casa mientras el viejo yacía inconsciente en el sofá. Encontró el whisky, se sirvió. Fue a la cocina y rebuscó los ingredientes para confeccionar su “reanimador”, por suerte estaban todos, los mezcló en una taza y echó un poco de pólvora a la mezcla para darle más fuerza. Llenó un cubo con agua, cogió unas cuerdas del granero y lo llevó todo hasta el salón. Ahí seguía el viejo, soñado con a saber qué. Levantó su cuerpo inerte y lo ató a una silla, luego le arrojó el cubo de agua directo a la cara. El viejo reaccionó tímidamente. Acto seguido Álamo le abrió la boca a la fuerza y vertió en ella el “reanimador”. Surtió efecto a los pocos segundos y el viejo se despertó con los ojos desorbitados y dando un grito desgarrador.
-¡¿Pero qué es esto?! ¡¿Dónde estoy?!
-¡Calla desgraciado! Creo que va siendo hora de que tú y yo charlemos.
El viejo se hizo el tonto, pero ya había dicho de más y Álamo sabía perfectamente cómo torturar a un hombre. Aquello fue desagradable, lo despellejó como a un conejo hasta que, entre agónicos gritos, consiguió sacarle toda la información que necesitaba. Álamo no disfrutaba, en el fondo el pobre viejo le caía bien, y por su inteligencia sin duda era alguien que merecía vivir. Pero esto era el salvaje oeste y la mano de la muerte se cernía despiadada sobre él, se trataba simplemente de supervivencia. Se sintió aliviado al darle el toque de gracia y acabar con su sufrimiento.
Fue entonces cuando, de la nada, apareció el chico. Si no hubiese sido por su grito de rabia y dolor al ver cómo asesinaba al viejo le habría pillado por sorpresa, por suerte pudo girarse y reaccionar. El chico era rápido, a pesar de estar cegado por la rabia desenfundó raudo y alcanzó a Álamo en el hombro. Este, al caer, creyó dar al chico en la pierna, pero no estaba seguro. Álamo se puso a cubierto, la herida le situaba en desventaja así que disparó contra la lámpara de aceite haciendo que esta se derramara, ocultó el mapa y las notas en su bolsillo y aprovechó el humo y la oscuridad para salir a la carrera de allí.
Y eso es lo que había hecho desde entonces, correr y correr.
Ahora la mina estaba ahí, a pocos metros, al fin. Recordando todo esto volvió a sentir lástima por el viejo, también por el chico. Conocía las peripecias del chaval, su implicación en esa fantástica historia, incluso había visto la famosa foto de ambos durante la construcción del reloj, el viejo la tenía enmarcada sobre su chimenea. Lo que no conseguía recordar por más que lo intentaba era su nombre, ¿cómo era? ¿Malcom? ¿Mathew?
-Te tengo maldito hijo de puta.
Cuando Álamo escuchó esa voz detrás de él algo se encendió en su mente y pudo al fin recordar el nombre. Se giró para verle.
-Marty, ¿verdad?
-Así es bastardo, y ahora pagarás por lo que le hiciste a Doc.
Tantearon sus armas y se miraron fijamente, en silencio, el típico duelo al sol. Era el quinto duelo de Álamo, y allí seguía, eso le daba confianza. Marty parecía joven e inexperto, pero Álamo sabía de su velocidad por el encontronazo en casa de Doc, además él tenía el escollo casi insalvable de su hombro inutilizado. Esperó. Fue entonces cuando comenzaron a llover disparos del cielo contra ellos como una lluvia de venganza. Álamo se tiró al suelo y se escudó tras unas rocas. Los disparos venían de la montaña. Era la banda del Tigrero, le habían encontrado, y sin saberlo esos malnacidos le habían salvado la vida. Álamo contestó a los disparos. Se fijó en que Marty estaba también oculto tras unas rocas, no podría alcanzarlo, se jugó el todo por el todo y corrió hasta la mina. Al llegar se arrojó contra la falsa entrada de madera y la atravesó con su cuerpo.
Ahí estaba.
Apartó las ramas y la lona y pudo verla, la máquina del tiempo, o DeLorean como ellos la llamaban. Sacó las notas de su bolsillo intentando no mancharlas con la sangre que volvía a brotar desde su brazo. Abrió la compuerta y se acomodó dentro. Encendió el maldito cacharro. Algo detrás de él se iluminó, aquello debía de ser el condensador de fluzo, todo encajaba. Ahora solo tenía que introducir la fecha, pisar el acelerador y largarse de allí.
Podía escuchar los disparos allí fuera, las balas buscando su rostro. Estaba harto de todo esto, del polvo, de la miseria, de la gente liándose a tiros por cualquier cosa, de andar como locos buscando oro para poder tener algo, estaba harto de que la vida no valiese nada, del alcohol malo, de las mujeres malas, de los forajidos, de los alcaldes corruptos. Pensó alguna fecha lo suficientemente lejana en la que el ser humano hubiese aprendido algo al fin y la vida pudiese ser llevadera y no una constante y agónica lucha, una época en la que vivir en paz, tranquilo.
Tecleó FEB-19-2015.

Apretó el acelerador con todas sus fuerzas. Cuando atravesó la entrada de la mina las balas comenzaron a golpear el DeLorean, pero a los pocos segundos lo único que quedó fueron dos gruesas lineas de fuego en mitad de la arena.



Historia incluida en VINALIA TRIPPERS: DUELO AL SOL. Para conseguir una copia sigue el enlace:   http://vinaliaplan9espacio.blogspot.com.es/

Ilustración de Silvia Flechoso.



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